1. El fallecimiento de Moisés es una advertencia de su desobediencia y del juicio de Dios sobre ella (Números 20:12). Él mismo se privó de una bendición y murió fuera de la tierra prometida. Dios insiste en la obediencia para nuestro propio bien. ¡Preste atención su nuevo líder, y también nosotros los lectores!
2. La muerte de Moisés es un recordatorio de que Jehová controla la vida y la hora de la muerte de los suyos. ¡Moisés estaba sano cuando murió! (Deuteronomio 34:7). Los que le pertenecen a Dios mueren cuando él los llama, ya sea: de vejez, por accidente, por enfermedad, o en guerra. Una de esas causas puede aparecer en el certificado de defunción; sin embargo, la causa definitiva de la muerte de un creyente es el llamamiento del Padre (Salmo 31:15). Josué iba a arriesgar su vida en cada batalla, pero tenemos el consuelo de que nuestra vida está en las manos del Señor.
3. La defunción de Moisés nos recuerda que en esta tierra tenemos que hacer el trabajo de Dios con todas las fuerzas mientras todavía podamos (Eclesiastés 9:10). ¡Aprovechemos el tiempo presente!
4. La muerte de Moisés nos recuerda que el reino de Dios no recae sobre un solo hombre. Incluso Moisés, un gran siervo de Dios, era prescindible. Murió, y no por ello el reino de Jehová se derrumbó. Ese hecho no menosprecia a Moisés, sino magnifica al Señor que continúa proveyendo trabajadores para la iglesia. Él no deja de darnos nuevos siervos como: Josué, Pablo, Lutero, y los pastores, misioneros, maestros, y líderes laicos actuales (Efesios 4:11–13). Ese recordatorio para el nuevo caudillo de Israel fue para protegerlo contra la vanidad. También nos asegura que no importa quién sea el que sirva, el trabajo de Jehová se llevará a cabo y los siervos de Dios gozan del privilegio de trabajar para él. Sin embargo, todos son prescindibles para la iglesia en la tierra, cuando Dios disponga llamarlos.
El propósito inmediato de Dios al llamar la atención a la muerte de Moisés es enviar una señal. Moisés no iba a entrar a la tierra prometida, ni tampoco se le iba a permitir que mirara mientras la nación entraba sin él. Su muerte quitó el último obstáculo para entrar y sirvió de trompetazo para anunciar que Israel debía prepararse. Las propias palabras de Jehová dicen que habla de la muerte de Moisés como un toque de diana. “Ahora, pues”, en vista de la muerte de Moisés, “levántate”. Hay un tiempo de llorar la muerte del gran líder, y otro: de secar esas lágrimas, de arremangarse, y prepararse a llevar a cabo los emocionantes planes del Señor. ¡Ahora es cuando!
¡Fue un momento muy emocionante en la historia de Israel! Durante siglos, Dios había hablado en tiempo futuro en cuanto a que les iba a dar a los israelitas la tierra de Canaán. A: Abraham, Isaac, y Jacob, les profetizó: “Les daré esta tierra”. Ahora, a principios del mes de Nisán (marzo-abril), tal vez en 1406 a.C., cambia al tiempo presente y les pide a Josué y a Israel que entren “a la tierra que yo les doy”. Esas fascinantes palabras también constituyen el tema del libro completo de Josué. ¡La promesa de la tierra está por cumplirse!
Moisés y Josue siguen siendo un ejemplo, un modelo, para todas las nuevas generaciones. Ahora nos toca a ti y a mi, ser un modelo y un ejemplo para aquellos que vienen detrás de nosotros. Levántate porque ahora es cuando el Señor nos dice que entremos a la tierra que él nos da, las promesas del Señor se siguen cumpliendo y se cumplirán en tu vida y en la vida de tus descendientes. La Promesa está por cumplirse.
Adolph L. Harstad, Josué, ed. Roland Cap Ehlke and John C. Jeske, La Biblia Popular (Milwaukee, WI: Editorial Northwestern, 2000).
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